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Más allá de las mutaciones
Cerrar el grifo
Identificada una molécula capaz de evitar
las metástasis en el cáncer de páncreas
Aún en fase experimental, inhibe
una enzima clave para que las células cancerígenas adquieran los cambios
necesarios para formar nuevos tumores
16/01/2017
El cáncer de páncreas
constituye, con más de 4.000 nuevos diagnósticos anuales, el décimo tipo de
tumor más común en nuestro país. Una neoplasia que, sin embargo, se corresponde
con la cuarta causa de deceso por cualquier enfermedad oncológica. De hecho, el
cáncer de páncreas presenta la menor tasa de supervivencia –establecida en solo
un 2-10% a los cinco años del diagnóstico– asociada a cualquier tumor. Una
razón que se explica fundamentalmente por la elevada capacidad de metástasis
–esto es, la capacidad para migrar e invadir otros órganos– de este tipo de
cáncer. De ahí la importancia de un nuevo estudio llevado a cabo por
investigadores de la Universidad
Vanderbilt en
Nashville (EE.UU.), en el que se describe la eficacia de un nuevo fármaco
experimental para revertir la ‘reprogramación’ genética que transforma a las
células cancerígenas en metastásicas, previniendo así la diseminación del tumor
por el organismo.
Como explica Oliver McDonald, director de esta
investigación publicada en la revista «Nature Genetics», «a día de hoy no tenemos constancia de ningún
otro agente que actúe de forma selectiva sobre las formas agresivas y
metastásicas de la enfermedad, por lo que ha supuesto una enorme sorpresa para
nosotros. Estamos ciertamente emocionados con la posibilidad de
desarrollar más compuestos selectivos para su evaluación en estudios
preclínicos».
Más allá de las mutaciones
De
acuerdo con la teoría más aceptada en la actualidad, la aparición de un cáncer
es el resultado de la acumulación en el ADN de las células de mutaciones
cancerígenas, lo que provoca que estas células se acaben convirtiendo en
malignas. Una teoría que parece totalmente válida para el desarrollo y
crecimiento de los tumores primarios. Sin embargo, y en el caso la evolución de
las células cancerígenas a metastásicas, los investigadores sospechan que debe
haber ‘algo más’.
Como
refiere Oliver McDonald, «los esfuerzos llevados a cabo en la secuenciación
intensiva del ADN para encontrar los ‘desencadenantes’ genéticos de la
metástasis, responsable del deceso de los pacientes en más de un 80% de los
casos, han arrojado unos resultados ciertamente frustrantes, por decirlo de una
forma suave».
Por ello, los autores del nuevo estudio no se han centrado en las mutaciones
que tienen lugar en el ADN durante la progresión del tumor, sino en los cambios
epigenéticos –alteraciones que, si bien no alteran la
secuencia de ADN, modifican la forma en la que se expresan los genes contenidos
en este ADN.
Para
ello, los autores tomaron muestras de los tumores tanto primarios como
mestastásicos de pacientes fallecidos por cáncer de páncreas metastásico. Y lo
que vieron es que, efectivamente, no había mutaciones diferentes entre ambos
tipos de tumores. Pero, ¿qué sucedió cuando se fijaron en las alteraciones
epigenéticas? Pues que el ADN de las células tumorales estaba invadido de
múltiples cambios epigenéticos.
Como indica el director de la investigación, «las alteraciones epigenéticas se concentraron
en ciertos dominios específicos de la cromatina y controlaron los cambios en la
expresión de genes que dan lugar a distintas características malignas, incluida
la capacidad de formar nuevos tumores».
Es
más; los resultados mostraron que, además de esta reprogramación genética, las
células de los tumores metastásicos presentaban una alteración del metabolismo
y requerían del consumo de enormes cantidades de glucosa. Y asimismo, que
utilizaban la ruta metabólica de la pentosa fosfato para transformar la glucosa
en metabolitos que pudieran utilizar como combustible para el crecimiento del
tumor.
Cerrar el grifo
La enzima clave para la conversión de la glucosa en
los metabolitos que requieren las células metastásicas es la denominada
‘fosfogluconato deshidrogenasa’ (PGD). De hecho, el estudio evidenció que la inhibición de esta PDG, ya fuera mediante manipulación genética
o con un fármaco, revertía la reprogramación epigenética y, por ende, los
cambios en la expresión de genes malignos en las células de los tumores
metastásicos. El resultado es que las células cancerígenas perdían su capacidad
de formar nuevos tumores. Todo ello, además, sin provocar ningún
efecto sobre las células sanas.
En
definitiva, los nuevos hallazgos sugieren que las células metastásicas del
cáncer de páncreas migran a órganos distantes que reciben un alto aporte de
glucosa y otros nutrientes, caso del hígado o los pulmones. Y asimismo, que una
vez llegan a su destino, estas células adquieren alteraciones metabólicas para
utilizar estas ‘fuentes naturales’ y aumentar su capacidad tumorgénica –o lo
que es lo mismo, de dividirse para formar nuevos tumores.
Como concluye Oliver McDonald, «nuestros resultados,
alcanzados a partir de muestras obtenidas en autopsias, sugieren que las células metastásicas en estos pacientes evolucionaron a partir
de una combinación increíblemente agresiva de cambios metabólicos, epigenéticos
y genéticos, lo que les permitió formar numerosos tumores en un corto periodo
de tiempo. Sin embargo, si actúas sobre la enzima PGD, bloqueas
su capacidad para hacerlo. Cuando menos, en nuestro modelo experimental».
Y
llegados a este punto, el fármaco capaz de inhibir la enzima PGD y, por tanto,
de frenar la expansión del tumor, ¿está ya disponible para su uso en la
práctica clínica? Pues, desgraciadamente, no, dado que se trata de una molécula
experimental y aún no está aprobada para su uso en humanos.
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